El donante es una persona que ha fallecido en un centro hospitalario y que cumple los requisitos médicos y legales para la donación. El diagnóstico de fallecimiento debe hacerse y firmarse por tres médicos ajenos a los programas de trasplante.

Al donante se le mantiene conectado a unas máquinas que permiten que sus órganos sigan funcionando. Una vez confirmado el fallecimiento del donante se le realizan una serie de pruebas para asegurar que no tiene enfermedades infecciosas ni de otro tipo que pueda transmitir al receptor.

A continuación, se solicita a la familia la autorización para la donación de los órganos y si ésta acepta, se procede a la extracción de los mismos.

Las normas nacionales e internacionales de la Comunidad Europea persiguen dos objetivos:

  • Asegurar el trasplante como medio de salvar vidas.
  • La protección de los donantes de una posible explotación.

La obtención de los órganos se coordina por las Organizaciones Nacional y Autonómica de Trasplantes, a las que son ofertados todos los que surgen en España y algunos de otros países europeos con los que existen programas de intercambio de órganos.

En el caso del trasplante de hígado el donante también puede ser una persona viva, en este caso sería un familiar que lo haría de forma altruista. Sería informado de los riesgos que conlleva y se le practicarían una serie de pruebas antes de ser extraída una parte del hígado.

Las condiciones más importantes para realizar un trasplante hepático son:

  • Que el donante y el paciente al que se va a realizar el trasplante (receptor) tengan los grupos sanguíneos idénticos o compatibles y que tengan aproximadamente el mismo tamaño y peso.