Día Mundial del Braille

domingo, 4 de enero de 2026

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El Día Mundial del Braille se celebra cada año el 4 de enero. Es una fecha pensada para recordar que, para las personas ciegas o con discapacidad visual grave, poder leer y escribir en braille es un requisito básico para estudiar, trabajar y participar en la sociedad en igualdad de condiciones.


Origen del Día Mundial del Braille

En 2018, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución en la que proclamó oficialmente el 4 de enero como Día Mundial del Braille. La primera celebración tuvo lugar en 2019. La fecha coincide con el nacimiento de Louis Braille, en 1809, el joven francés que, tras quedarse ciego en la infancia, desarrolló el sistema de puntos en relieve que hoy permite leer y escribir a millones de personas en todo el mundo.

Con esta declaración, Naciones Unidas quiso subrayar algo muy concreto: el braille no es un "extra" opcional, sino una herramienta para ejercer derechos fundamentales, como la educación, el acceso a la información, la libertad de expresión, la participación política o el empleo de las personas con discapacidad visual. La Escuela de Pacientes de Castilla y León recoge este mismo enfoque, presentando el Día Mundial del Braille como una oportunidad para destacar los logros de las personas ciegas y promover su inclusión real en la vida social, educativa y laboral.


Qué es el braille y qué problema de salud hay detrás

El braille es un sistema de lectura y escritura táctil. Utiliza celdas formadas por seis puntos en relieve, organizados en dos columnas de tres puntos. Combinando estos puntos se representan letras, números, signos de puntuación, símbolos matemáticos e incluso notación musical. La persona recorre las líneas con las yemas de los dedos, de izquierda a derecha, igual que quien lee tinta con la vista.

Aunque se asocia sobre todo a personas ciegas, cualquier persona con una pérdida visual grave que dificulte la lectura en tinta puede beneficiarse de él. Se utiliza en libros, apuntes, etiquetas de productos, planos y señalización, y se combina cada vez más con tecnologías como los lectores de pantalla y las líneas braille electrónicas.

Detrás de este día mundial está la realidad de la discapacidad visual. La Organización Mundial de la Salud recuerda que en el mundo hay al menos 2 200 millones de personas con deterioro de la visión cercana o lejana y que, en al menos 1 000 millones de esos casos, la discapacidad visual podría haberse evitado o aún no se ha tratado. Entre las principales causas están los errores de refracción no corregidos (miopía, hipermetropía, astigmatismo, vista cansada), las cataratas, la retinopatía diabética, el glaucoma y la degeneración macular relacionada con la edad. En Castilla y León, como en el resto de España, estas patologías ocupan buena parte de la atención oftalmológica, especialmente en población mayor y en personas con enfermedades crónicas.


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Signos y síntomas de los problemas de visión

Los problemas de visión pueden manifestarse de forma distinta según la edad y la causa. En adultos, es frecuente notar visión borrosa, necesidad de acercarse mucho al papel o a la pantalla, dificultad para ver señales, matrículas o carteles lejanos, molestias o fatiga ocular tras muchas horas con el ordenador, deslumbramientos, halos alrededor de las luces o dificultad para conducir de noche. En personas mayores pueden aparecer además pérdida progresiva de la visión central, sensación de "mancha" en el centro del campo visual, o pérdida de la visión lateral, datos que obligan a descartar enfermedades como la degeneración macular o el glaucoma.

En la infancia, los signos pueden ser más sutiles. A veces el niño no se queja porque "siempre ha visto así", pero se acerca demasiado a la televisión, guiña un ojo para mirar mejor, lee o escribe muy pegado al papel, se salta palabras o renglones, tiene dolor de cabeza al final del día escolar, baja el rendimiento sin causa clara o muestra rechazo a actividades que requieren fijar la vista. Los colegios profesionales de ópticos-optometristas insisten en que estos signos deben motivar una revisión visual, incluso cuando las revisiones pediátricas rutinarias son normales.

Cuando la enfermedad visual progresa sin tratar, la persona va perdiendo autonomía poco a poco: primero le cuesta leer letras pequeñas o distinguir caras en la distancia; después puede tener dificultades para orientarse en la calle, reconocer personas o manejar dinero y documentación. Si la pérdida visual es severa e irreversible, aparece la discapacidad visual grave o la ceguera legal. Es en este punto donde la rehabilitación visual y el aprendizaje de braille, junto con otras ayudas técnicas, marcan la diferencia entre depender por completo de terceros o conservar un alto grado de independencia.


Cómo se diagnostican la discapacidad visual y las patologías que la causan

El diagnóstico empieza casi siempre con algo sencillo: medir la agudeza visual y valorar la graduación. Esta valoración puede hacerse en una óptica o en un servicio de oftalmología, y consiste en comprobar cuánto ve la persona de lejos y de cerca, si necesita gafas o si la graduación que lleva es la adecuada.

A partir de ahí, si se detecta un problema o existen factores de riesgo, se continúa el estudio. El profesional examina el segmento anterior del ojo (córnea, cristalino), mide la presión intraocular para descartar glaucoma y explora el fondo de ojo, donde se valoran la retina, la mácula y el nervio óptico. Según lo que se sospeche, pueden añadirse pruebas de campo visual, tomografía de coherencia óptica, angiografías o pruebas específicas para retinopatía diabética, degeneración macular u otras enfermedades.

En el contexto de Castilla y León, la detección precoz se apoya tanto en la atención primaria como en la colaboración con ópticos-optometristas y en las campañas de sensibilización sobre revisiones periódicas, especialmente en personas mayores, diabéticas o con antecedentes familiares de enfermedad ocular. Cuando se constata que la pérdida visual no es recuperable, se valora el grado de discapacidad y se deriva a servicios de rehabilitación y a entidades especializadas como la ONCE, que trabajan también en la comunidad autónoma.


Tratamiento y apoyos: mucho más que ponerse gafas

El tratamiento depende siempre de la causa concreta del problema visual. Algunas afecciones se corrigen ajustando la graduación y utilizando gafas o lentes de contacto bien adaptadas; otras requieren tratamientos médicos específicos, y en muchos casos, como en las cataratas o determinadas enfermedades de la retina, la cirugía es la opción que permite recuperar buena parte de la visión. Estas decisiones corresponden al oftalmólogo, que suele trabajar coordinado con otros profesionales sanitarios cuando hay enfermedades crónicas de base.

Cuando la visión no se puede recuperar del todo, entran en juego las ayudas de baja visión y la rehabilitación visual. Hablamos de lupas especiales, filtros, sistemas electrónicos de aumento, entrenamiento en el uso del resto visual y adaptación del entorno. En España, la ONCE y los servicios públicos de salud y de servicios sociales colaboran para que las personas con discapacidad visual grave aprendan estrategias que les permitan seguir leyendo, escribiendo, orientándose y realizando actividades de la vida diaria.

El braille forma parte de este conjunto de apoyos. Los centros especializados enseñan a leer y escribir en braille, a manejar dispositivos con línea braille, a utilizar materiales en relieve, a identificar productos etiquetados en braille y a combinarlo con las tecnologías accesibles actuales. La propia Escuela de Pacientes de Castilla y León dedica un espacio específico a explicar el sistema braille y enlaza recursos para aprenderlo.

Además, el braille se integra en la vida cotidiana de la comunidad: en la rotulación de edificios, en los botones de ascensores, en el embalaje exterior de determinados medicamentos, en documentos electorales accesibles para votar de forma autónoma, y en materiales educativos adaptados para el alumnado ciego o con baja visión que estudia en centros ordinarios de Castilla y León.


¿Cómo puedo participar?

Si vives en Castilla y León, hay varias maneras muy concretas de sumarte al espíritu del Día Mundial del Braille, aunque no tengas problemas de vista. Una primera forma es cuidar tu propia salud visual y la de tu familia. Si hace tiempo que no os revisan la vista, puedes aprovechar estas fechas para pedir cita en la óptica o en el centro de salud, comentar si notas visión borrosa, dolor de cabeza al leer, dificultad para ver de lejos o mucha fatiga con las pantallas. Las revisiones periódicas son una de las recomendaciones más insistentes de la OMS y de las campañas autonómicas de prevención.

También es útil mirar tu entorno con "gafas de accesibilidad". Puedes fijarte en si los ascensores del portal o del trabajo tienen indicadores táctiles claros, si la señalización de tu centro de salud o de tu colegio utiliza letras legibles y buen contraste, o si la información importante (por ejemplo, sobre medicación) está disponible de forma comprensible. A veces pequeños cambios, como mejorar la iluminación o simplificar carteles, marcan una gran diferencia para alguien con baja visión.

La Junta de Castilla y León, la ONCE y la propia Escuela de Pacientes difunden recursos sobre discapacidad visual, accesibilidad y braille. Conocer estos materiales ayuda a detectar antes los problemas de visión en alumnado o usuarios y a ofrecerles un trato más ajustado a sus necesidades.

Y, por supuesto, tu actitud cuenta. Tratar a las personas ciegas o con baja visión con naturalidad, preguntar cómo prefieren que las ayudes, respetar su autonomía y apoyar que puedan participar en la vida cultural, deportiva y política de tu municipio es una forma muy directa de defender los derechos que este día mundial quiere poner en el centro.

Si tú o alguien cercano está perdiendo visión, el mensaje clave es no resignarse.

Consultar pronto con los servicios sanitarios, informarse de los recursos de rehabilitación disponibles en Castilla y León y, si procede, aprender braille puede marcar una diferencia enorme en la calidad de vida presente y futura.