Artritis reumatoide
Afecta a las articulaciones, aunque también puede afectar a otras partes del organismo. Su causa es debida a la inflamación de la membrana sinovial de las articulaciones.
Artritis reumatoide
- Personas mayores
- Articulaciones
- Etapa adulta
- Dolor
Introducción
Es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a las articulaciones, aunque también puede afectar a otras partes del organismo. Su origen es desconocido, tampoco se conoce la forma de prevenirla y se acompaña frecuentemente de alteraciones inmunológicas.
A causa de la inflamación de la membrana sinovial de las articulaciones, se produce dolor, sobre todo nocturno y matutino, con inflamación y rigidez de múltiples articulaciones a ambos lados del cuerpo. Los síntomas pueden empezar de forma lenta, con pequeña rigidez matutina y dolor articular. Cuando la enfermedad va avanzando, la rigidez matutina dura más de una hora, las articulaciones están calientes y se quedan muy rígidas si no se movilizan. En fases más avanzadas las articulaciones pierden la movilidad y se pueden deformar.
Las articulaciones que se suelen afectar más frecuentemente son las muñecas, los nudillos, dedos de manos y pies, codos, hombros, caderas, rodillas y tobillos. Puede afectar a otras partes del cuerpo aunque más raramente, por ejemplo nódulos cutáneos sobre las articulaciones, sequedad de boca y ojos, etc.
Afecta a 1 de cada 200 personas, generalmente mujeres, y suele aparecer entre los 45-55 años de edad. También existen formas similares en los niños.
Con un tratamiento adecuado se consigue un buen control en la mayoría de los casos. La colaboración aquí entre paciente y médico es fundamental.
Causas y factores de riesgo
Su causa es desconocida y, aunque se produce más entre familiares no es hereditaria ni contagiosa. Se sabe que hay alteraciones del sistema encargado de defendernos de las infecciones: el sistema inmunológico, cuyas células invaden la membrana sinovial produciendo inflamación. El clima influye en los síntomas, pero no en la aparición de la enfermedad.
Diagnóstico
El diagnóstico de la artritis reumatoide se basa en la sintomatología y en la exploración física de las articulaciones del paciente, con el apoyo de la radiología y la analítica que deben ser realizados por un médico experto en la enfermedad.
Tratamiento
En primer lugar hay que resaltar que la colaboración del paciente con su médico es imprescindible para conseguir una buena evolución de la enfermedad.
Hay que distinguir entre aquellos medicamentos utilizados para el alivio inmediato del dolor: antiinflamatorios y glucocorticoides a dosis bajas; y los que se utilizan para el control real de la enfermedad y que se llaman "Fármacos modificadores de la enfermedad (FAME)", porque realmente, mejorarán mucho su calidad de vida y capacidad funcional.
Los corticoides utilizados a dosis bajas y por un médico experto en su manejo superan, con mucho, los beneficios frente a los posibles efectos secundarios, que, además, su médico controlará.
Entre los FAME, el más frecuentemente utilizado es el Metotrexate. Otros son: Leflunomida, Hidroxicloroquina, Salazopirina, Ciclosporina, etc. Se pueden utilizar sólos o asociándolos entre ellos. Son fármacos de acción lenta, por lo que hay que dar a cada fármaco, al menos 3-4 meses a dosis máxima para ver si es eficaz. Su médico irá usándolos de forma secuencial hasta encontrar aquel fármaco o combinación de fármacos que es bueno para Ud. Esto exige una importante colaboración con su especialista.
Los FAME son fármacos de los cuáles se dispone de una larga experiencia y buenos resultados.