En primer lugar, hay que distinguir entre las complicaciones agudas y crónicas. Las complicaciones crónicas se deben a lesiones vasculares provocadas en los vasos sanguíneos como consecuencia de hiperglucemia mantenida en el tiempo. Cuando se afectan los vasos sanguíneos de menor tamaño las lesiones suelen aparecer en los ojos (retinopatía) en los riñones (nefropatía) y en las terminaciones nerviosas (neuropatía). Cuando se dañan los grandes vasos las principales complicaciones pueden ocasionar afectación cardiaca, cerebrovascular o afectación de las extremidades, preferentemente las piernas y los pies, con aparición de úlceras, pérdida de sensibilidad y claudicación que en casos extremos pueden acabar en amputaciones.


Hay que recordar que el buen control de los niveles de glucosa previene o retrasa la aparición de las complicaciones crónicas. La normalización de la glucemia, y sobre todo la disminución de "picos" de hipo-hiperglucemia, se asocia con una disminución en la frecuencia de aparición de retinopatía, neuropatía y nefropatía.