En la infancia, la exposición al humo de tabaco provoca síntomas respiratorios crónicos (tos, flemas, sibilancias) e induce asma. La prevención del tabaquismo en los padres es fundamental, no sólo porque es malo para su salud, también lo es para la de sus hijos.

Igualmente, la exposición pasiva al humo del tabaco perjudica gravemente a las personas con asma. El humo irrita las vías respiratorias y estas se estrechan impidiendo el paso del aire. El tabaco puede llegar a desencadenar una crisis de asma y puede hacer que la crisis dure más tiempo.

Las personas fumadoras con asma tienen síntomas más graves y los tratamientos son menos efectivos. En los pacientes fumadores con asma se recomienda dejar de fumar y, si es necesario, acudir a una consulta de deshabituación del tabaco.