La depresión es un problema de Salud Mental con importante repercusión en la esfera biopsicosocial del individuo, provocando un malestar significativo que se manifiesta en las relaciones interpersonales, sociales, laborales y en otras áreas importantes del funcionamiento global de la persona.

Las variaciones del estado de ánimo como reacción a diversos acontecimientos vitales, forman parte de la normalidad. En este sentido, no toda tristeza ni desilusión del ser humano constituye una depresión ni precisa ser tratada.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS):

  • La depresión afecta en el mundo a unos 121 millones de personas.
  • Una de cada cinco personas sufrirá un cuadro depresivo en su vida, aumentando este número si además se suman otros factores como enfermedades médicas o situaciones de estrés.

  • En el año 2020, la depresión se convertirá en la segunda causa más común de discapacidad.

Actualmente, junto a los cuadros de ansiedad, constituye uno de los motivos de consulta más frecuente en Atención Primaria donde el 25% de las consultas lo son por trastornos mentales, y de ellas el 40% por cuadros afectivos (trastornos depresivos). Así pues, nos encontramos ante un problema de magnitud importante que no siempre es detectado correctamente.

En Castilla y León los trastornos afectivos suponen un 20% en las consultas de los Equipos de Salud Mental y un 25% de los ingresos en las Unidades de Hospitalización Psiquiátricas. El 53% de las personas que presentan un trastorno depresivo sufren otro trastorno mental asociado.

La depresión es una enfermedad en la que predominan los síntomas afectivos (tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida) aunque, en mayor o menor grado, también están presentes síntomas de tipo cognitivo (afectan a la memoria, concentración, atención..), de la voluntad o incluso físicos, por lo que podría hablarse de una afectación global de la vida psíquica, haciendo especial énfasis en el estado emocional. Es importante distinguir estos cambios patológicos de las variaciones normales del ánimo, que vienen dados por la persistencia de la clínica, su gravedad, la presencia de otros síntomas y el grado de deterioro en la actividad diaria normal y social que lo acompaña.