El diagnóstico lo realiza el médico o médica de familia a partir de la información que le dan los pacientes, la familia o las personas cuidadoras. En bastantes casos es la enfermera o enfermero del centro de salud, quien primero entra en contacto con los pacientes y tras una primera valoración lo pone en conocimiento del personal médico para su diagnóstico.

La sospecha de padecer una demencia se produce cuando la persona o sus familiares ponen de manifiesto cambios de conducta como los descritos en el apartado de síntomas, pérdida de memoria, desorientación, cambios bruscos de humor o abandono de los cuidados y rutinas de la vida diaria, entre otros. Generalmente, estas personas presentan varios síntomas a la vez que se mantienen en el tiempo.

Es importante poner en conocimiento del personal sanitario estos síntomas que orientan el diagnóstico y permiten tratar la demencia de manera precoz. Así se consigue mejorar la calidad de vida del paciente y de la persona cuidadora.

El médico o médica de familia anotará en su historia clínica los antecedentes personales y familiares relacionados con la enfermedad, y para ello hará preguntas tanto al paciente como a la persona que le acompañe. También hará una exploración física general y neurológica y le pedirá pruebas complementarias como análisis de sangre.

Una vez que está diagnosticado, el paciente pasará a la consulta del especialista del área hospitalaria, que será quien confirme el diagnóstico. Si es necesario realizará más pruebas diagnósticas y le pondrá el tratamiento adecuado en cada caso.

Disponer de un diagnóstico de demencia es muy importante pues permite al enfermo hacer planes de futuro y tomar sus propias decisiones antes de que no pueda hacerlo.

Por tanto, si alguna persona muy cercana a usted o un miembro de su familia presenta alguno de estos síntomas, aconséjele que visite a su médico o enfermera y acompáñele porque la información que usted puede dar es relevante.