La persona con asma debe tomar parte activa en su enfermedad aumentando el conocimiento que tiene de la misma para controlar su entorno y evitar en lo posible la aparición de los síntomas. Con ayuda del profesional sanitario, será capaz de identificar las causas que lo originan y las situaciones que desencadenan las crisis.

Con un buen control de la enfermedad, la persona afectada, tanto en la etapa infantil, juvenil como en la adulta, puede mantener una buena calidad de vida, siendo capaz de realizar las actividades de la vida diaria con normalidad (trabajar, ir a la escuela, hacer ejercicio físico, realizar deportes y otros).

El tratamiento del asma, en el sentido más amplio, reside en que las personas que lo padecen colaboren activamente con el personal sanitario que las atiende, mediante el autocontrol y el autocuidado.

En la infancia serán sus familiares, o las personas que los cuidan, quienes en principio asumirán el control de la enfermedad y poco a poco el niño o niña irá asumiendo su papel, en la medida de lo posible.

Conseguir los objetivos de control de la enfermedad implica seguir una estrategia global a largo plazo y adaptada a cada persona, basada en el tratamiento farmacológico y el seguimiento adecuado, el conocimiento de la enfermedad y el control ambiental.