El diagnóstico de asma se hace a partir de la observación de los síntomas que nos indican que hay una obstrucción en las vías respiratorias. El médico puede escuchar las sibilancias y otros sonidos que se producen como consecuencia del estrechamiento de las vías respiratorias.

Para confirmar el diagnóstico, puede solicitar pruebas que ayudan a determinar la función pulmonar, como la espirometría; esta prueba también se puede realizar con fármacos broncodilatadores que actúan disminuyendo la obstrucción, son las pruebas de broncodilatación; o bien con fármacos que ponen de manifiesto la obstrucción bronquial, son las pruebas de provocación.

A veces se mide la fracción exhalada de óxido nítrico (FENO), que demuestran que los bronquios están inflamados y la respuesta a algunos tratamientos.

A veces se realiza una radiografía de tórax para descartar otras posibles enfermedades. En las crisis más graves puede que se realice una gasometría arterial.

En aquellos casos en los que se sospeche que la causa del asma es la exposición a alguna sustancia habrá que realizar las pruebas de alergia.