Leucemia
La leucemia es un tipo de cáncer hematológico que afecta a los tejidos productores de sangre, especialmente la médula ósea y los glóbulos blancos. Se caracteriza por la producción incontrolada de células sanguíneas anormales, que impiden el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico y de la sangre en general.
Leucemia
- paciente oncológico
- cáncer
Tipos de leucemia
La leucemia se clasifica según dos criterios principales:
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La velocidad de progresión: aguda (rápida) o crónica (lenta).
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El tipo de glóbulo blanco afectado: linfocítico (linfocitos) o mieloide (otros glóbulos blancos).
Tipos principales:
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Leucemia linfoblástica aguda (LLA): Es la más común en la infancia, aunque también puede aparecer en adultos. Avanza rápidamente y requiere tratamiento inmediato.
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Leucemia mieloide aguda (LMA): Suele afectar a adultos mayores, con evolución rápida. Requiere tratamiento agresivo desde el inicio.
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Leucemia linfocítica crónica (LLC): Aparece sobre todo en personas mayores y puede no dar síntomas durante años. Su evolución es lenta y en muchos casos no necesita tratamiento inmediato.
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Leucemia mieloide crónica (LMC): Suele detectarse en fases iniciales sin síntomas. Con los tratamientos actuales puede mantenerse controlada durante muchos años.
Causas
No siempre se conoce la causa exacta de la leucemia, pero se han identificado factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollarla:
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Exposición prolongada a radiación ionizante, como la radioterapia o accidentes nucleares.
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Exposición a sustancias químicas tóxicas, como el benceno, presente en productos industriales.
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Haber recibido quimioterapia para otros tipos de cáncer.
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Tener síndromes genéticos como el síndrome de Down, que aumentan el riesgo.
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Tabaquismo, especialmente vinculado a la leucemia mieloide aguda.
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En algunos casos, puede haber una predisposición genética o historia familiar, aunque no es frecuente.
Síntomas
Los síntomas de la leucemia suelen ser inespecíficos, por lo que pueden confundirse con otras enfermedades. Sin embargo, es importante consultar al médico si se presentan varios de estos síntomas:
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Cansancio extremo, debilidad o falta de energía.
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Pérdida de apetito y peso sin causa aparente.
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Fiebre recurrente o infecciones frecuentes, debido a la baja eficacia del sistema inmunológico.
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Sudoración excesiva, especialmente por la noche.
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Moretones o sangrados fáciles, incluso con pequeños golpes.
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Palidez y dificultad para respirar al mínimo esfuerzo, por anemia.
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Dolor en huesos o articulaciones.
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Inflamación de ganglios linfáticos, bazo o hígado.
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza mediante una combinación de pruebas clínicas y de laboratorio, que permiten identificar el tipo de leucemia y su extensión:
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Analítica de sangre completa: Detecta niveles anómalos de glóbulos blancos, rojos y plaquetas.
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Aspirado y biopsia de médula ósea: Se extrae una muestra del hueso para estudiar la presencia de células leucémicas.
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Pruebas genéticas y moleculares: Detectan mutaciones específicas que ayudan a personalizar el tratamiento.
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Pruebas de imagen (radiografías, ecografías, TAC o resonancia), en casos donde se sospecha afectación en otros órganos.
Tratamiento
El tratamiento de la leucemia depende de varios factores: el tipo de leucemia, la edad del paciente, su estado general de salud y si hay afectación de otros órganos.
Principales tratamientos:
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Quimioterapia: Es el tratamiento más utilizado. Consiste en medicamentos que destruyen las células cancerosas. Puede administrarse por vía oral o intravenosa.
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Terapias dirigidas: Actúan sobre las alteraciones genéticas específicas de las células leucémicas, con menos efectos secundarios que la quimioterapia.
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Inmunoterapia: Estimula el sistema inmunitario para que reconozca y destruya las células cancerosas.
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Radioterapia: Se emplea en casos concretos, como en leucemias que afectan al sistema nervioso central.
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Trasplante de médula ósea o de células madre: En casos seleccionados, puede ofrecer la posibilidad de curación, especialmente en leucemias agudas.
Durante el tratamiento, es importante vigilar y tratar las infecciones, la anemia, los sangrados y otros efectos secundarios.
Cuidados y apoyo
La leucemia requiere una atención integral que incluya no solo el tratamiento médico, sino también el cuidado emocional y social del paciente:
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Apoyo psicológico: Es fundamental para afrontar el diagnóstico, los efectos del tratamiento y el impacto en la vida diaria.
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Atención nutricional y física: Mantener una alimentación adecuada y actividad moderada ayuda a mejorar la calidad de vida.
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Educación sanitaria: Entender la enfermedad y el tratamiento ayuda al paciente y a su familia a tomar decisiones informadas.
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Red de apoyo familiar y social: Sentirse acompañado y comprendido favorece el proceso de recuperación.
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Acceso a trabajadores sociales sanitarios, que pueden ayudar a gestionar bajas laborales, ayudas económicas o cuidados en domicilio.
Recomendaciones
Ante un diagnóstico de leucemia, es fundamental seguir cuidadosamente las indicaciones del equipo médico, acudir a todas las revisiones y comunicar cualquier síntoma nuevo o efecto secundario del tratamiento. Adoptar hábitos saludables como mantener una buena alimentación, descansar lo suficiente y evitar el tabaco o la exposición a sustancias tóxicas ayuda a fortalecer el organismo y prevenir complicaciones. También es importante cuidar el bienestar emocional: hablar con profesionales, apoyarse en familiares o participar en grupos de pacientes puede aliviar el impacto psicológico de la enfermedad. Mantener una actitud activa y bien informada facilita la adaptación al proceso y contribuye positivamente a la recuperación.
















