Cáncer de vejiga
El cáncer de vejiga es un tumor maligno que se origina en las células que recubren el interior de la vejiga urinaria, el órgano encargado de almacenar la orina antes de su expulsión. Es más común en personas mayores de 60 años y afecta con más frecuencia a hombres, aunque también puede presentarse en mujeres. Es el quinto tumor más frecuente en España. En la mayoría de los casos, se detecta en fases tempranas y tiene buen pronóstico si se trata de forma adecuada.
Cáncer de vejiga
- paciente oncológico
- vejiga
Tipos
Según el tipo celular y su comportamiento, el cáncer de vejiga puede clasificarse en:
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Carcinoma urotelial (transicional): Es el más común (más del 90 % de los casos). Se origina en las células del urotelio, el revestimiento interno de la vejiga.
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Carcinoma escamoso o adenocarcinoma: Menos frecuentes, suelen estar relacionados con inflamaciones crónicas o infecciones persistentes.
También se clasifica según su grado de invasión:
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No músculo-invasivo: Tumores superficiales, limitados al revestimiento interno. Representan la mayoría de los casos al diagnóstico inicial.
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Músculo-invasivo: Tumores que invaden la capa muscular de la vejiga. Tienen mayor riesgo de diseminación.
Causas
El cáncer de vejiga se asocia principalmente a factores de riesgo ambientales y laborales:
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Tabaquismo: Es el principal factor de riesgo. Fumar multiplica por tres o cuatro el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer.
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Exposición laboral a productos químicos, como aminas aromáticas presentes en industrias del caucho, tintes, cuero o pintura.
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Infecciones urinarias crónicas o irritación prolongada de la vejiga.
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Tratamientos previos con quimioterapia o radioterapia.
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Factores genéticos o antecedentes familiares, aunque son menos frecuentes.
Síntomas
El signo más frecuente es la presencia de sangre en la orina (hematuria), visible o detectada en un análisis. Otros síntomas pueden incluir:
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Orinar con frecuencia o urgencia, especialmente por la noche.
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Dolor o escozor al orinar.
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Dolor en la parte baja del abdomen o la pelvis.
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En casos avanzados, puede aparecer dolor lumbar, pérdida de peso o síntomas generales.
La hematuria nunca debe ignorarse, incluso si es intermitente o no dolorosa.
Diagnóstico
Ante la sospecha de cáncer de vejiga, se realizan las siguientes pruebas:
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Análisis de orina y citología urinaria, para detectar células tumorales.
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Cistoscopia, que permite visualizar el interior de la vejiga con una cámara e identificar lesiones.
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Resección transuretral del tumor vesical (RTUV): Se realiza bajo anestesia para extirpar la lesión y confirmar el diagnóstico.
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TAC abdominopélvico, para valorar la extensión local y regional del tumor.
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En algunos casos, resonancia magnética o gammagrafía ósea, si se sospecha diseminación.
Tratamiento
El tratamiento depende del tipo, grado e invasión del tumor. Las opciones principales incluyen:
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Cirugía endoscópica (RTUV): Primera opción en tumores no invasivos.
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Instilaciones intravesicales (BCG o quimioterapia local): Se administran en la vejiga para prevenir recaídas en tumores superficiales.
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Cistectomía radical (extirpación de la vejiga): Indicada en tumores músculo-invasivos o recurrentes. Puede requerir reconstrucción con una derivación urinaria.
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Quimioterapia sistémica y/o inmunoterapia, antes o después de la cirugía en tumores avanzados.
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Radioterapia, como alternativa en pacientes que no pueden ser operados.
En casos seleccionados se opta por tratamientos conservadores para preservar la vejiga, bajo control estrecho.
Cuidados y apoyo
El tratamiento puede afectar funciones importantes como la micción o, en algunos casos, la sexualidad y fertilidad. Por ello, se recomienda:
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Acompañamiento urológico y oncológico especializado.
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Educación sobre el manejo de derivaciones urinarias (urostomías, neovejigas, etc.).
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Apoyo psicológico, especialmente si hay cambios en la imagen corporal o en la calidad de vida.
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Valoración nutricional y seguimiento físico, para mejorar la recuperación.
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Seguimiento estrecho durante años, ya que los tumores superficiales pueden recidivar.
Una actitud informada y participativa ayuda a mantener una vida activa tras el tratamiento.
Recomendaciones
Ante la presencia de sangre en la orina, molestias urinarias persistentes o cambios inexplicables en el ritmo miccional, se debe acudir al médico sin demora, especialmente si se es fumador o se han tenido exposiciones laborales de riesgo. El diagnóstico precoz permite evitar tratamientos más agresivos y mejora notablemente el pronóstico. Dejar de fumar, seguir el calendario de revisiones y adoptar hábitos saludables —como una hidratación adecuada y una dieta equilibrada— ayuda a reducir el riesgo de recurrencias. El apoyo emocional, la comprensión del tratamiento y una buena comunicación con el equipo sanitario son fundamentales para afrontar el proceso con confianza y calidad de vida.
















