Cáncer de testículo
El cáncer de testículo es una enfermedad poco frecuente pero altamente curable, que se desarrolla en uno o ambos testículos, órganos encargados de producir espermatozoides y testosterona. Afecta sobre todo a hombres jóvenes, entre los 15 y 40 años, aunque puede aparecer a cualquier edad. Suele detectarse a tiempo gracias a la autoexploración testicular o por el hallazgo de un bulto o aumento de tamaño del testículo. Con el tratamiento adecuado, más del 95 % de los casos tienen buen pronóstico, incluso si hay metástasis.
Cáncer de testículo
- paciente oncológico
- personas jóvenes
Tipos
Los tumores testiculares se dividen principalmente en dos tipos:
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Seminomas: De crecimiento más lento y más sensibles a la radioterapia. Suelen aparecer entre los 30 y 50 años.
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No seminomas: Incluyen varios subtipos (carcinoma embrionario, teratoma, coriocarcinoma, etc.) y tienden a crecer más rápido. Son más frecuentes entre los 15 y 35 años.
Ambos tipos pueden producir marcadores tumorales en sangre, útiles para el diagnóstico y seguimiento.
Causas
La causa exacta no siempre se conoce, pero existen factores de riesgo reconocidos:
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Criptorquidia (testículo que no descendió al escroto al nacer), aunque se haya corregido quirúrgicamente.
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Antecedente personal o familiar de cáncer testicular.
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Síndrome de Klinefelter u otras alteraciones genéticas.
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Infertilidad masculina, en algunos casos.
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Exposición a estrógenos durante el embarazo, aunque la relación no está del todo establecida.
El cáncer de testículo no está relacionado con traumatismos, masturbación ni infecciones comunes.
Síntomas
El síntoma más frecuente es un bulto indoloro o aumento de tamaño de uno de los testículos. Otros síntomas que pueden aparecer son:
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Sensación de pesadez en el escroto.
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Dolor sordo en la parte baja del abdomen o la ingle.
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Cambio en la consistencia del testículo.
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Acumulación de líquido en el escroto.
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En casos avanzados, puede haber dolor de espalda, tos o disnea si hay metástasis en ganglios o pulmones.
El dolor testicular no es frecuente y, cuando aparece, suele estar asociado a inflamación o sangrado dentro del tumor.
Diagnóstico
Ante cualquier sospecha, el médico de atención primaria o el urólogo indicará las pruebas necesarias:
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Exploración física y ecografía testicular: permiten valorar el tamaño, la forma y la presencia de masas.
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Análisis de sangre con marcadores tumorales: alfafetoproteína (AFP), beta-hCG y LDH.
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TAC abdominopélvico y torácico, para estudiar si hay afectación ganglionar o metástasis.
El diagnóstico definitivo se realiza tras la extirpación quirúrgica del testículo afectado (orquiectomía).
Tratamiento
El tratamiento depende del tipo de tumor, su estadio y la presencia de metástasis. Las opciones principales incluyen:
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Cirugía (orquiectomía inguinal): Primer paso diagnóstico y terapéutico. En algunos casos, puede realizarse cirugía ganglionar posterior.
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Quimioterapia: Muy eficaz en tumores avanzados o con metástasis.
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Radioterapia: Se reserva principalmente para seminomas en estadios iniciales.
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Seguimiento activo, sin tratamiento inmediato, en algunos tumores localizados.
Los tratamientos suelen ser bien tolerados y permiten mantener una buena calidad de vida. En muchos casos se conserva la fertilidad, aunque puede recomendarse preservar semen antes de iniciar la quimioterapia.
Cuidados y apoyo
El impacto del cáncer de testículo puede ser importante, especialmente en hombres jóvenes. Por eso se recomienda:
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Apoyo psicológico, para afrontar el diagnóstico, los cambios físicos o posibles temores sobre fertilidad y sexualidad.
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Información clara y cercana por parte del equipo médico.
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Preservación de la fertilidad antes del tratamiento, cuando se indique.
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Uso de prótesis testicular, si el paciente lo desea, tras la orquiectomía.
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Seguimiento clínico regular con analíticas y pruebas de imagen durante varios años.
Gracias a los avances actuales, la mayoría de los pacientes se recuperan completamente y retoman su vida habitual.
Recomendaciones
Es fundamental realizar autoexploraciones testiculares una vez al mes, preferentemente después de la ducha, para detectar cualquier cambio en el tamaño, forma o consistencia de los testículos. Ante cualquier bulto o molestia persistente, acude al médico sin demora, ya que un diagnóstico precoz mejora notablemente el pronóstico. Tras el tratamiento, es esencial mantener los controles periódicos, evitar el tabaco, mantener una vida activa y cuidar el bienestar emocional. Hablar con otros pacientes, expresar dudas y confiar en el equipo sanitario ayuda a afrontar la enfermedad con mayor tranquilidad y seguridad. La gran mayoría de los hombres con cáncer de testículo se curan y llevan una vida plena, incluyendo su vida sexual y reproductiva.
















