Las emociones no producen asma pero una emoción fuerte puede provocar síntomas, sobre todo si el asma no está bien controlada.

Las reacciones emocionales suelen manifestarse con un aumento de la frecuencia respiratoria, se respira más deprisa de lo normal y el aire entra en los bronquios sin calentar (ocurre también cuando se practica ejercicio físico). Es importante que la persona con asma conozca las reacciones de su cuerpo y aprenda a controlar los síntomas.

Se puede intentar respirar lenta y profundamente, distraerse con otra cosa, cambiar de actividad, hablar con algún/a amigo/a sobre el tema e, incluso, practicar técnicas de relajación o algún tipo de control mental para aprender a modificar la intensidad de las emociones.

Si es necesario, utilizar los medicamentos de rescate.