Las gastroenteritis transmitidas por alimentos pueden ser causadas por virus, como las originadas por astrovirus, rotavirus, adenovirus, coronavirus, parvovirus o calicivirus, causando estos últimos el 90% de los brotes de gastroenteritis no bacterianas. La enfermedad se asocia principalmente con vómitos y diarrea y suele ser autolimitante.

Los virus se transmiten por alimentos o agua contaminados con partículas fecales de origen humano.

Los productos más frecuentemente implicados son el agua (y el hielo) no potable, los moluscos bivalvos y los vegetales que se consumen crudos.

Para su control, dado que estos virus proceden de las heces humanas, es imprescindible el tratamiento adecuado de las aguas residuales, la aplicación de unas correctas prácticas higiénicas que prevengan la contaminación fecal de los alimentos, el cocinado correcto del marisco y el lavado de frutas y verduras que se consumen crudas con agua y unas gotas de lejía de uso alimentario. Asimismo, debe restringirse el contacto con alimentos a los manipuladores mientras dure la excreción del virus, que en ocasiones se prolonga durante varias semanas tras la desaparición de los síntomas.

Los virus no se pueden multiplicar en los alimentos pero, en general, parecen ser relativamente resistentes a diferentes tratamientos tecnológicos. Para su inactivación se puede recurrir a los tratamientos térmicos.


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