El virus causante de la enfermedad COVID-19 se transmite por contacto directo o inhalación de partículas respiratorias que se emiten con la tos, el estornudo o el habla de una persona infectada. Estas partículas pueden ser de diversos tamaños. Las de mayor tamaño se pueden depositar en el suelo y otras superficies por efecto de la gravedad, pudiendo recorrer en algunos casos una distancia de hasta 2 metros desde la persona que las emite. Estas partículas, emitidas por una persona infectada, podrían alcanzar a una persona susceptible que estuviera cerca, impactando en algún lugar (ojos, boca, nariz) desde el cual podrían causar la infección. Aquellas partículas que por efecto de la gravedad se depositan en distintos objetos y superficies, contaminan las manos al tocarlos y pueden transmitir el virus a una persona susceptible cuando se lleva las manos contaminadas a la nariz, ojos o boca.

Las partículas de menor tamaño se denominan aerosoles y quedan suspendidas en el aire por un tiempo elevado, que va de segundos hasta horas, durante el que pueden ser inhaladas a una distancia superior a dos metros del emisor o incluso en ausencia de un emisor si aún persisten suspendidas en el aire.

La cantidad de aerosoles generados depende de la actividad desarrollada, siendo mínima al respirar tranquilamente y progresivamente mayor al conversar en voz baja, voz alta, gritar, cantar, toser y hacer actividades físicas intensas. Por ello, para disminuir la emisión de aerosoles debemos disminuir el tono de voz, evitando hablar alto, gritar y cantar. En espacios cerrados como el transporte público o las salas de espera se debe procurar permanecer en silencio. Fumar y vapear también aumentan la emisión de aerosoles por lo que son actividades que deben evitarse en presencia de otras personas.