El lenguaje hablado es una característica esencial del ser humano. Comienza a desarrollarse muy temprano, experimentando grandes cambios durante el primer año.

La emisión de sonidos por el niño se inicia como un juego desde las primeras semanas y alcanza la madurez a los 6-7 años de edad.

Etapas en el desarrollo del lenguaje

Cuando el bebé tiene un mes, además de llorar, comienza a hacer pequeños ruidos con la garganta: "gorjeo", en las 4-6 primeras semanas de vida.

Un niño de 2-3 meses de edad observa y escucha cuando un adulto le habla,
y cuando éste calla el bebé vocaliza.

A los 4 meses de edad el niño gira la cabeza para localizar el origen de una voz y a los 5 meses gira para localizar un objeto sonoro, como una campana o un timbre. Ríe a carcajadas y aparecen los primeros monosílabos: "ba", "ga", "ta", "da".

Entre los 6 y 8 meses repite sílabas y emite balbuceos como "lalala", "mamama", "papapa". Comprende juegos de gestos como "hacer tortitas" y a los 9 dice "adiós" con la mano. Presta atención cuando se le llama por su nombre y comprende la palabra "no". Dice expresiones como "mama" y "papa", pero sin comprender el significado que le asignan los adultos (esto lo hace entre los 10 y 12 meses).


Al año comprende palabras como "dámelo", no acompañadas de gestos por parte del adulto y suele haber adquirido una o dos palabras con sentido además de "mama" y " papa". Puede imitar y repetir palabras pero no es capaz de utilizarlas espontáneamente.

El desarrollo del lenguaje se acelera durante el segundo año de vida. Al principio la mayoría de los niños utilizan una jerga particular, parece que hablan "un idioma extranjero". Forman frases de 2 palabras "quiero pan", "nene abajo" y son capaces de obedecer órdenes nuevas en dos etapas, por ejemplo: "quítate los zapatos y luego siéntate". También pueden señalar objetos cuando se les indica ("dame la taza") y nombrar objetos simples. Entre los 24 y 30 meses el niño adquiere un "habla telegráfica": frases de 3 a 5 palabras ("yo querer galleta"). A los 30 meses señala objetos que le describimos por su uso ("lo que usamos para beber") y entiende las preposiciones ("pon el plato debajo de la taza").


A los 3 años puede formar frases gramaticalmente correctas en tiempo presente y el lenguaje es cada vez más comprensible.