El niño nace indefenso y totalmente dependiente y poco a poco comienza a relacionarse con el medio que le rodea. Los padres deben favorecer su correcto desarrollo y adaptación, facilitando el inicio de los procesos de socialización y autonomía.

Es necesario mantener con el niño una intensa y equilibrada relación afectiva, proporcionándole experiencias placenteras y acostumbrándole a desprenderse de los padres sin crearle conflicto. Poco a poco el niño va descubriendo un mundo distinto de él y quiere explorarlo, lo toca todo, pregunta, se cree independiente y desea autoafirmarse, pero necesita el afecto, apoyo y cercanía de sus padres.

Los padres deben impulsarle a preguntar, buscar, explicar, proporcionarle tareas que sea capaz de realizar, enseñarle a valorar las cosas y animarle a que juegue con los demás, aceptando las reglas y enseñándole a saber perder.

Uno de los aspectos más complejos de la educación es favorecer la autonomía infantil, para que el niño se maneje por sí solo y simultáneamente irle retirando apoyos innecesarios. La dependencia es una trampa, a veces los padres prefieren peinar y vestir a su hijo, en vez de invertir esfuerzo en enseñarle. La autonomía personal se promueve aumentando la competencia del niño mediante el aprendizaje de diferentes habilidades y reforzando su comportamiento independiente de curiosidad, responsabilidad e iniciativa.

La familia es el escenario básico de convivencia y socialización de los niños, en ella se van construyendo sus hábitos, valores, actitudes y creencias.