La infancia y adolescencia son etapas claves del desarrollo donde se van adquiriendo patrones de estilos de vida que se consolidarán en edad adulta. El sedentarismo asociado a un aumento del uso de las tecnologías de comunicación y tiempo frente a pantallas ha aumentado en los últimos años, agravándose durante y tras la pandemia COVID-19.

Los hábitos en alimentación han cambiado en estas últimas décadas, abandonando el patrón mediterráneo en muchos casos. La adolescencia es un periodo de riesgo desde la perspectiva nutricional, porque existen unos requerimientos aumentados de energía en comparación con el niño, pero está influenciado por cambios conductuales en la alimentación (como supresión del desayuno, consumo de productos ricos en grasas saturadas, ultraprocesados u otros con alto valor energético y bajo valor nutricional; y al mismo tiempo, en esta franja de edad aparecen trastornos alimentarios de tipo restrictivo). Los determinantes sociales también influyen en los factores de riesgo cardiovascular.

Desde un enfoque integral y comunitario, son los profesionales sanitarios de los equipos de Atención Primaria los agentes en salud indicados en coordinar las intervenciones para alcanzar una buena salud cardiovascular desde el ámbito sanitario, y en concreto, para abordarlo desde la etapa pediátrica, los/as enfermeros/as y pediatras de Atención Primaria. Y así se llevan a cabo las acciones de promoción en salud con el objetivo de garantizar el máximo nivel de salud en nuestros niños y adolescentes dentro del Programa del Niño Sano de Castilla y León. Al mismo tiempo, estos profesionales son los idóneos para estudiar el estado de salud cardiovascular y los patrones de riesgo desde una óptica que integre los aspectos socioeconómicos, estilos de vida e indicadores precoces del riesgo cardiovascular en la población infantil de Castilla y León con el fin de mejorar la salud cardiovascular de la población.