El contacto piel con piel es la práctica que consiste en colocar al recién nacido sobre el abdomen o el pecho sin ropa de la madre inmediatamente tras parto, entre madre y bebé. Según recomiendan los/as expertos/as, deberá mantenerse, al menos, 48 horas.

Sus beneficios son diversos. La Dra. Carmela Baeza Pérez-Fontan indica los siguientes:

  • Consolidación del vínculo materno-infantil.
  • Efectos sobre el bebé, mejorando la termorregulación y estabilidad hemodinámica y metabólica; colonización con microbiota del intestino adecuada; menor llanto; mejora de los ciclos de sueño, etc.
  • Efectos sobre la madre, favoreciendo las conductas maternales a corto y medio plazo, entre las que incluye una menor depresión postparto.
  • Efectos sobre la lactancia materna, facilitando un inicio precoz, debido a que ayuda a adquirir habilidades en el lactante y en la madre; se logra una mayor cantidad de leche y se favorece el mantenimiento de una manera exclusiva.

Quizás el aspecto más destacado de la realización de la práctica del contacto piel con piel son los efectos emocionales y sociales que tiene sobre el bebé.

La configuración genética de los humanos, diseñada a lo largo de la evolución de la especie, ha creado distintas respuestas cuando en el momento del nacimiento el bebé se encuentra en un ambiente favorable o en un ambiente desfavorable. Se conoce en la actualidad que las señales ambientales que reciben los recién nacidos, repetidas una y otra vez en los primeros días de vida, causan cambios en la arquitectura del cerebro, especialmente en los bebés prematuros.

El contacto piel con piel es el ambiente esperado por el bebé en el momento del nacimiento. Así, al captar la presión de los brazos de la madre y el olor materno el recién nacido percibe que no está en un ambiente de peligro. Este ambiente produce en el bebé bajos niveles de estrés.

Separar a la madre (o de un cuidador adulto, como puede ser el padre) del bebé en ese momento, produce cambios en la expresión de los genes, alteración de circuitos neuronales y adaptación del comportamiento a un ambiente de peligro, contribuyendo a futuros problemas del desarrollo, aún en presencia del resto de cuidados óptimos.

Por ello, en tiempos de COVID19, en los que se puede llegar producir la separación de la madre y su bebé, sigue siendo recomendable mantener la práctica del contacto piel con piel.

Esta recomendación está avalada por la Sociedad Española de Neonatología, que en la guía publicada en relación con el COVID19 indica que el contacto madre-hija/o es importante para una buena vinculación y para el adecuado desarrollo del recién nacido. Sin embargo, hay que valorar la situación clínica de la madre y del bebé antes de su realización. Asimismo, plantea que el riesgo de contagio a través de gotas respiratorias o por contacto es una realidad, pero puede disminuirse si se toman las precauciones necesarias.

Por otra parte, el Grupo de Trabajo Internacional Voluntarios de Expertos en Lactancia Materna, Emergencia COVID 19, señalan en su guía operativa publicada en marzo de 2020 que la separación de la madre y el neonato deben ser discutidas con antelación por la familia y el equipo médico con el fin de tomar la mejor decisión evaluaando de los riesgos y beneficios.

Según la Dra. Carmela Baeza Pérez-Fontán: "permitir a los bebés estar con sus madres y realizar lactancia materna directa son intervenciones seguras cuando se les añade educación parental efectiva sobre higiene que proteja a los lactantes".

Referencias: