Cáncer de ovario
El cáncer de ovario es un tumor maligno que se origina en los ovarios, las glándulas reproductoras femeninas encargadas de producir óvulos y hormonas como el estrógeno y la progesterona. Es el tumor ginecológico más letal, principalmente porque suele diagnosticarse en fases avanzadas, ya que en sus primeras etapas no presenta síntomas específicos. A pesar de ello, los avances en cirugía, quimioterapia y detección genética han mejorado notablemente el pronóstico y la calidad de vida.
Cáncer de ovario
paciente oncológico
Tipos
Existen varios tipos de cáncer de ovario según la célula donde se origine:
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Carcinoma epitelial: Es el más frecuente (90 % de los casos), se forma en las células que recubren la superficie del ovario.
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Tumores de células germinales: Más comunes en mujeres jóvenes, se desarrollan a partir de las células que forman los óvulos.
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Tumores del estroma: Se originan en las células productoras de hormonas.
Además, se clasifica por su grado y estadio, lo que influye en el tratamiento y el pronóstico.
Causas
Aunque no siempre existe una causa identificable, se conocen factores de riesgo:
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Edad: Es más común a partir de los 50 años.
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Antecedentes familiares de cáncer de ovario, mama o colon.
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Mutaciones genéticas hereditarias, como BRCA1 y BRCA2.
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Terapia hormonal sustitutiva prolongada tras la menopausia.
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Endometriosis, en algunos casos.
El uso de anticonceptivos orales durante varios años, los embarazos y la lactancia pueden reducir el riesgo.
Síntomas
El cáncer de ovario en sus fases iniciales suele ser silencioso. Sin embargo, hay síntomas de alerta, especialmente si aparecen de forma persistente:
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Hinchazón abdominal o sensación de plenitud.
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Dolor o molestias en la pelvis o el abdomen.
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Ganas frecuentes de orinar.
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Alteraciones digestivas, como gases, estreñimiento o indigestión.
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Cansancio, pérdida de apetito o de peso.
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Sangrado vaginal anormal.
Es importante acudir al médico si estos síntomas se presentan de forma continua durante más de dos semanas.
Diagnóstico
El diagnóstico del cáncer de ovario puede incluir:
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Exploración ginecológica.
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Ecografía transvaginal, para observar los ovarios.
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Análisis de sangre con marcadores tumorales, como el CA-125.
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TAC o resonancia magnética, para estudiar la extensión del tumor.
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Laparoscopia o cirugía exploratoria, en algunos casos, para confirmar el diagnóstico y extirpar el tumor.
La detección precoz es difícil, por lo que el seguimiento en mujeres con riesgo genético elevado es fundamental.
Tratamiento
El tratamiento se basa en una combinación de:
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Cirugía oncológica especializada, con el objetivo de extirpar el máximo tejido tumoral posible (citorreducción).
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Quimioterapia, especialmente con fármacos como carboplatino y paclitaxel.
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Terapias dirigidas, como los inhibidores de PARP, indicados en casos con mutación genética BRCA.
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Seguimiento regular con análisis y pruebas de imagen para detectar recaídas.
En algunos casos se puede aplicar tratamiento neoadyuvante (quimioterapia antes de la cirugía) para reducir el tamaño del tumor.
Cuidados y apoyo
El proceso puede ser largo y complejo, por lo que se recomienda un abordaje integral:
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Apoyo psicológico y emocional, para afrontar el impacto del diagnóstico, el tratamiento y los cambios físicos.
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Acompañamiento nutricional, ya que la pérdida de apetito y el tratamiento pueden afectar la alimentación.
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Valoración de la fertilidad, especialmente en mujeres jóvenes. Puede plantearse la preservación ovárica antes del tratamiento.
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Apoyo social y rehabilitación física, para mejorar la calidad de vida durante y después del tratamiento.
El entorno familiar y el acompañamiento profesional son clave en la recuperación.
Recomendaciones
En mujeres con antecedentes familiares de cáncer de ovario o de mama, es importante consultar con un especialista para valorar el estudio genético y las medidas de vigilancia o prevención. Ante síntomas digestivos o ginecológicos persistentes y poco explicables, se recomienda acudir al médico para su valoración. Tras el tratamiento, es esencial seguir los controles médicos, mantener un estilo de vida saludable y buscar apoyo emocional si se necesita. Hoy en día, la combinación de cirugía especializada, quimioterapia eficaz y terapias personalizadas permite controlar la enfermedad en muchos casos y mejorar la supervivencia y la calidad de vida.
















