7/01/2016
Fuente: Medicina Clínica

La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria crónica, de etiología autoinmune y causa desconocida, caracterizada por la inflamación persistente de la membrana sinovial de las articulaciones. Es una enfermedad con un gran potencial discapacitante que afecta aproximadamente a un 0,5% de la población general con una relación mujer/varón de 8:2.


La revista Medicina Clínica ha publicado, en su avance online, un editorialEste enlace se abrirá en una ventana nueva sobre la artritis reumatoide que revisa el abordaje de esta enfermedad desde los años 80 hasta hoy. Dicho editorial describe la evolución de los tratamientos, desde que se estableció el acceso precoz a los FAME a finales de los 80, la aparición del primer fármaco (anti-TNF) en 1999, hasta la situación actual en la que el elevado coste de los tratamientos plantea un problema de sostenibilidad para el Sistema Nacional de Salud.


Los autores -reumatólogos del Hospital Universitario de la Princesa- consideran que los tratamientos biológicos han supuesto un gran beneficio para los pacientes, pero dado su elevado coste (en torno a 10.000 € anuales) aluden a la necesidad de optimizar estos tratamientos y proponen diferentes estrategias:


  1. La búsqueda de biomarcadores de respuesta para cada tratamiento biológico que ahora se prescriben según un esquema de «ensayo y error». Sabemos que un 30-40% de los pacientes que inician un tratamiento biológico no alcanzan una respuesta satisfactoria, pero aún no tenemos una forma consistente de identificarlos.
  2. La búsqueda de biomarcadores de gravedad que nos indiquen qué pacientes se beneficiarían de una introducción precoz del tratamiento biológico. Actualmente, el único biomarcador de gravedad bien reconocido son los anticuerpos frente a proteínas citrulinadas (ACPA). En nuestra experiencia, la presencia de este marcador estimula al reumatólogo a prescribir un tratamiento más intenso desde el inicio de la enfermedad, mejorando el resultado de estos pacientes. Sin embargo, un porcentaje relevante de pacientes con ACPA negativos tiene un curso desfavorable, por lo que la identificación de nuevos biomarcadores de gravedad es un imperativo.
  3. Considerar la disminución de la dosis de tratamiento biológico cuando el objetivo terapéutico se ha consolidado, según las recomendaciones publicadas en Rheumatology 2015Este enlace se abrirá en una ventana nueva por la Sociedad española de Reumatología y la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria.
  4. Minimizar el uso de tratamiento biológico en monoterapia, una práctica que ha demostrado disminuir la supervivencia de los tratamiento biológicos y favorecer la aparición de taquifilaxia, además de dificultar la aplicación de las recomendaciones mencionadas en el punto anterior.

El reto consiste en la remisión libre de fármacos, que supondría la curación de la enfermedad. Las últimas evidencias dicen que puede ser posible en estadios muy tempranos, tal vez preclínicos, de la enfermedad. Ahora se trata de diseñar la mejor estrategia, diagnóstica y terapéutica, para conseguirlo.



Comentario elaborado por Belén Calabozo