Un millón de agujitas dispara la oruga procesionaria cuando se siente amenazada y provoca una importante urticaria.

Para los niños, el riesgo de entrar en contacto con las esporas de la oruga puede traducirse en sufrir una reacción alérgica con ronchas rojizas y bastante picazón en la piel. La procesionaria llega a ocasionar verdaderas plagas que amenazan a los bosques y a las personas y sus mascotas.

«Es importante su control», explica Alicia Armentia, doctora en Alergología y jefa de este servicio en el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid. Y desentraña los secretos de este control: «Para controlar de forma artificial las poblaciones de esta especie se utilizan medios físicos, químicos y biológicos, como las trampas de feromonas para capturar a los machos adultos, que reducen las posibilidades de reproducción y por tanto las poblaciones. Los medios físicos pasan por la eliminación de los bolsones: cuando las orugas están dentro, estos se cortan, apilan e incineran».

2024-03-02 Procesionaria EL NORTE DE CASTILLA (621.3 KB ) (3 páginas)