Los objetivos del tratamiento farmacológico son controlar los síntomas para mantener la función pulmonar lo más normal posible y evitar la aparición de las crisis para que la persona con asma pueda tener una buena calidad de vida y poder desarrollar todas las actividades de su vida diaria.

Es muy importante conocer la causa que origina el asma para poder evitarla y así administrar el tratamiento de inmunoterapia específica.

El primer objetivo del tratamiento del asma es evitar la aparición de síntomas y mantener la función pulmonar lo más normal posible y para conseguirlo hay que evitar la inflamación de los bronquios de una forma continuada.

Los medicamentos que se pueden utilizar son los glucocorticoides inhalados (GCI), los broncodilatadores de acción larga (LABA), los antagonistas de los receptores de los leucotrienos (ARLT) o antileucotrienos, el tiotropio y los anticuerpos monoclonales anti-IgE.

A los medicamentos tomados con este objetivo también se les denomina medicamentos de control o mantenimiento porqueactúan a largo plazo disminuyendo la inflamación de los tejidos que forman las vías respiratorias, previenen los síntomas y controlan la enfermedad. Se deben tomar a diario durante un tiempo prolongado.

El segundo objetivo del tratamiento del asma es controlar rápidamente los síntomas producidos por la obstrucción de los bronquios, en especial al inicio de las crisis. En estos casos el medicamento debe actuar de forma inmediata para permitir que el aire pase por las vías respiratorias, evitando la obstrucción al flujo del aire, por lo que la vía inhalatoria es la más aconsejable. Se deben tomar en cuanto la persona empiece a notar los síntomas y siempre que lo necesite (a demanda). Se llaman medicamentos de alivio o de rescate.

Los medicamentos que se utilizan para aliviar las crisis serán aquellos que por vía inhalatoria actúan de forma más rápida, y estos son los broncodilatadores de acción corta, Salbutamol y Terbutalina; entre los anticolinérgicos inhalados, bromuro de ipratropio. Tras su administración el paciente nota una mejoría inmediata. A veces esta percepción del paciente puede ser peligrosa porque piensa que no necesita ningún otro tratamiento. Sin embargo, usar diariamente este grupo de broncodilatadores no consigue controlar a largo plazo la enfermedad y a dosis elevadas puede producir incluso crisis graves.

Por eso, cuando el asma es persistente, con síntomas habituales, hay que controlar el asma con fármacos antiinflamatorios, administrados a diario, y utilizar los broncodilatadores de acción corta sólo cuando se necesitan y con la menor dosis posible. Un objetivo importante en el tratamiento del asma es tener que utilizar poco o nada la medicación de rescate, lo que se considera un éxito.

Sólo los pacientes con síntomas diurnos ocasionales y leves (un máximo de 2 veces a la semana y de corta duración), sin síntomas nocturnos y que tienen el asma bien controlada podrían utilizar estos fármacos de forma exclusiva.

Los broncodilatadores de acción corta, si se administran antes de la exposición a algunos factores que desencadenan el asma, pueden proteger y evitar la aparición de síntomas. Debido a este efecto, se utilizan para evitar los síntomas que se producen al realizar ejercicio físico, administrándolos con una antelación de 10-15 minutos.