El temblor es uno de los síntomas motores de esta enfermedad y también el más conocido. Sin embargo, existen otros síntomas que en muchas ocasiones son más invalidantes, como son los síntomas no motores. Entre estos destacan los problemas del sueño, la depresión, los trastornos de control de impulsos, o los problemas cognitivos.

Los síntomas predominantes de la enfermedad son los siguientes:

  1. Motores:
  • Temblores: Movimientos lentos y rítmicos que se aprecian inicialmente más en las manos, en estado de reposo y que se reducen en los movimientos voluntarios.
  • Rigidez muscular: Los músculos están tensos y contraídos sintiendo dolor, rigidez o debilidad.
  • Bradicinesia: Enlentecimiento de los movimientos voluntarios y automáticos. La persona afectada no puede realizar rápidamente movimientos rutinarios. Las actividades que antes realizaba fácilmente como asearse y vestirse, pueden necesitar mucho tiempo. Pérdida de expresión en la cara.
  • Inestabilidad postural: El tronco y la cabeza están adelantados al resto del cuerpo. Hombros caídos.
  • Anomalías al andar: Marcha lenta con pasos cortos y dificultad para pararse. Les cuesta trabajo comenzar a caminar y sufren bloqueos en la deambulación.
  • Trastornos del equilibrio: Reflejos alterados que producen caídas.
  1. No motores: Trastornos del sueño, lentitud generalizada, apatía, cansancio, ansiedad, depresión, trastornos de la conducta (irritabilidad), voz de tono bajo, estreñimiento, hipotensión, dermatitis seborreica, trastornos en la micción, disfunciones sexuales, etc.