La insuficiencia cardiaca se manifiesta a través de una serie de síntomas principales, que aparecen cuando la insuficiencia cardiaca está instaurada:


- Disnea o fatiga al respirar. El paciente se fatiga, síntoma que se hace mucho más marcado cuando el corazón tiene que hacer un sobreesfuerzo como subir escaleras, caminar más deprisa, o, en ocasiones, hablar y caminar a la vez o comer. Precisamente se tiene una idea del grado de afectación del corazón de un enfermo de insuficiencia cardiaca, según que la disnea aparezca en reposo e incluso acostado en la cama, ante un mínimo esfuerzo, o con un esfuerzo algo superior. La disnea aparece también en algunas enfermedades pulmonares, por lo que el médico valorará la causa en cada caso.


- Sensación de mucho cansancio, aun sin haber hecho ningún esfuerzo, e importante sensación de debilidad.


- Edema de las piernas y de los pies, por acúmulo de líquido en las partes distales del organismo (piernas y pies), debido a que el corazón no tiene suficiente fuerza para bombear y trabajar con todo el líquido circulante y, en respuesta, es el líquido con el que tiene que hacer más esfuerzo, luchando contra la fuerza de gravedad, el que más le cuesta mover. Las piernas están hinchadas, al igual que los pies, en diferente grado, y al presionar sobre estas zonas el médico comprobará si la hinchazón se debe al edema por la insuficiencia cardiaca o a otras posibles causas. Uno de los objetivos del tratamiento será facilitar la eliminación de este exceso de líquido, porque supone, además, un esfuerzo permanente añadido para el trabajo del corazón.


- Tos que no desaparece y se debe a que igual que se puede depositar líquido en las piernas y en los pies, en otros momentos se deposita en los pulmones, produciendo un edema pulmonar, que además de las dificultades respiratorias, provoca tos permanente.


Hay una forma de fatiga o de disnea que se produce por la noche, cuando el enfermo está tumbado en la cama, una se cuyas causas se debe a que el líquido que estaba acumulado en las piernas y en los pies, al desaparecer la fuerza de gravedad, vuelve al torrente sanguíneo, y provoca una demanda de mayor trabajo del corazón que, en esos momentos debe bombear más líquido. Se denomina disnea paroxística nocturna y despierta al paciente con una importante sensación de ahogo.


También pueden aparecer otros síntomas más inespecíficos como sensación frecuente de náuseas, pérdida de apetito y pérdida de peso -el acto de comer supone un esfuerzo más, y el enfermo pierde el apetito- y confusión mental-