Una arritmia es un ritmo cardíaco anormal, ya sea por rápido (taquicardia), por lento (bradicardia) o por irregular (fibrilación auricular).


Las arritmias pueden desarrollarse después de un infarto porque los músculos lesionados interrumpen las señales eléctricas necesarias para controlar el corazón.


Algunas arritmias se consideran leves y de buen pronóstico, suelen generar palpitaciones (sensación de latidos acelerados del corazón en el pecho o la garganta) dolor en el pecho mareos mareo fatiga (cansancio), falta de aliento.


Pero otras arritmias pueden ser potencialmente mortales y constituyen una de las principales causas de muerte durante las 24 horas después de un infarto, tales como:


- Bloqueo auriculo-ventricular completo, cuando las señales eléctricas se interrumpen y el corazón

no puede bombear la sangre adecuadamente.


- Arritmia ventricular, cuando el corazón comienza a latir más y más rápido antes de entrar en una

especie de espasmo, que a su vez significa que es incapaz de bombear la sangre

adecuadamente.


Las arritmias leves, por lo general, se pueden controlar con medicamentos. Las que cursan con sintomatología prolongada pueden necesitar tratamiento con un marcapasos (dispositivo eléctrico que se implanta quirúrgicamente en el pecho y se utiliza para ayudar a regular los latidos del corazón.)