Los medicamentos quimioterápicos afectan tanto a las células cancerosas como a las normales, de ahí la aparición de efectos secundarios (toxicidad) como náuseas y vómitos, llagas en la boca, faringe y labios (mucositis), diarrea, alteraciones en la percepción del sabor de los alimentos, caída del pelo (alopecia), que es reversible, pérdida del apetito y cansancio, sensación de acorchamiento y/ u hormigueos en manos y pies, disminución de la audición, toxicidad renal, dolores osteomusculares generalizados...


Debido a que la quimioterapia puede dañar las células productoras de sangre de la médula ósea, un descenso de glóbulos blancos puede aumentar el riesgo de infección del paciente; si hay escasez de plaquetas es posible que haya sangrado o moratones; y un descenso de los glóbulos rojos (bajos niveles de hemoglobina en sangre o anemia) ocasiona cansancio, debilidad, palpitaciones, mareos y palidez cutánea. Generalmente, estos efectos son temporales y desaparecen una vez finalizada la quimioterapia. Además, los fármacos antitumorales pueden causar reacciones alérgicas (enrojecimiento cutáneo y/o urticaria, hinchazón de los labios y lengua, dificultad respiratoria, dolor torácico, mareo...) que se manifiestan durante la aplicación del medicamento o inmediatamente después, por lo que pueden valorarse y tratarse precozmente por el personal sanitario.


El tipo de efectos secundarios y su severidad dependen del tipo y dosis de quimioterapia que reciba el paciente y de cómo reaccione su organismo. Es importante que sepa que no tienen por qué aparecer todos los efectos secundarios. La mayoría de los pacientes presentan algunos, la mayor parte de las veces tolerables.